viernes, 20 de marzo de 2009

El Eneagrama



El modelo del eneagrama se aplica para delinear los procesos cosmológicos y el desarrollo de la conciencia humana. Se trata de un diagrama (estrella de nueve puntas) que puede ser utilizado para trazar el proceso de cualquier acontecimiento. El propósito principal de este instrumento es reconocer nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, con el fin de lograr nuestra sanación. Es un viaje de autoconocimiento, ya que se trata de un instrumento que revela la personalidad y que bien empleado puede convertirse en guía de desarrollo personal.
¿Quién soy? Esta es una pregunta que nos hacemos frecuentemente y aunque parezca simple de contestar, requiere un conocimiento profundo de nosotros mismos. Un instrumento que sirve para ello es el eneagrama, que da respuesta a las interrogantes de carácter espiritual que el hombre se plantea desde que empezó a razonar, y que al integrar creativamente la espiritualidad con los aportes de la psicología, ha favorecido su conocimiento y utilización como herramienta privilegiada para el autoconocimiento, el acompañamiento formativo, la dinámica de grupos y el trabajo en equipo.
La palabra "enneagramma" es de origen griego y significa nueve puntas. Alude al símbolo caracterizado por una circunferencia con nueve puntos de referencia. Sus orígenes parecen remontarse a más de dos mil años y lo desarrollaron los sufis, musulmanes piadosos que profundizaron su relación con Dios a través de la oración. Esta teoría de personalidad se afianza en una tradición religiosa que integra la psicología de la espiritualidad, quizás esa sea la razón por la que la han ido adoptado psicólogos y religiosos.

Se trata de un itinerario de conocimientos tanto en lo psicológico como en lo espiritual. Junto con él vamos descubriendo nuestras fortalezas y debilidades y en base a eso podemos ir haciendo el propio camino de crecimiento en un relativamente corto período de tiempo.
Por otra parte, con el eneagrama se pueden descubrir muchos detalles importantes, a veces omitidos por nosotros en nuestra personalidad, por lo que se requiere de un trabajo comprometido y a conciencia para poder aprovechar al máximo la oportunidad de autoconocimiento que brinda.

Como teoría de personalidad, el eneagrama es un instrumento para clarificar la verdad sobre sí mismo. No es un oráculo, más bien ofrece claves para entender los secretos de la personalidad.
Si bien no elegimos nuestra personalidad, al ir haciéndonos conscientes de ella y aceptarla, con el tiempo nos daremos cuenta de que a pesar de que a lo largo de la vida no cambia nuestra esencia, podremos operar sobre sus características a voluntad.

Como nuestra intimidad se debe cuidar y respetar, lo ideal es que la persona que quiere saber su eneagrama lo haga en un taller con personas que se conozcan bajo la asesoría de un guía. Esto, porque lo primero que ocurre es que uno tiene un ideal de lo que quisiera ser como persona y al principio se visualiza de esa manera. Pero a medida que se avanza, la verdadera personalidad va aflorando. No es fácil descubrir quiénes somos, incluso puede llegar a ser doloroso.

El eneagrama hace mirar descarnadamente fortalezas y debilidades. Pero no hay tipos de personalidades mejores que otras, el mundo necesita personalidades distintas. El único peligro al decidir emprender este camino de autoconocimiento está en "responder de acuerdo a cómo nos gustaría ser y no a cómo realmente somos".

En el proceso de desarrollo de la personalidad, el eneagrama postula la existencia de tres centros de energía: la cabeza, el corazón y las entrañas. Y para saberlo se acostumbra a preguntar: ¿qué siento?, ¿qué pienso? y ¿qué hago?
Cada energía tiene un rango de personalidad. De hecho, las personalidades 1, 8 y 9 son energías de las entrañas. El 7, 6 y 5 de la cabeza, y el 4, 3 y 2 del corazón.
Además, también habitualmente recibimos influencias de las alas de nuestro eneagrama, que son las personalidades colindantes. Es decir, podemos ser personalidad 1 pero con características del área 2 y la energía de las flechas 9, 7 y 4.

Pasemos, entonces, a describir los eneotipos:
Eneotipo 1: son personas tranquilas y cuyo temor más grande es a perder la compostura. La peor trampa que se pueden hacer es querer ser perfectos en la vida. Su mayor reto es contener la ira. Evitan la rabia.
Eneotipo 2: son personas amorosas, serviciales, entregadas al mundo. Pero en el fondo su mayor pecado es temer por sus necesidades básicas. Evitan el orgullo.
Eneotipo 3: son personas que jamás van a aceptar que se equivocaron. Y esto se debe a que temen no ser ser eficientes. Están orientados al éxito por sobre todas las cosas. Evitan el fracaso.
Eneotipo 4: sienten que nadie los entiende. La trampa del 4 es que quieren ser auténticos; otra es la envidia. Siempre sienten que los demás son mejores que ellos. Evitan ser comunes y corrientes.
Eneotipo 5: son personas bastante introvertidas y se refugian en el conocimiento. Su mayor pecado es que son avaros con ellos mismos: hablan poco, no se comunican con facilidad. Corresponden al tipo de personas que en reuniones de trabajo no hablan hasta que se les pide su opinión que, por lo general, es brillante. Evitan el vacío consigo mismo.
Eneotipo 6: necesitan sentir seguridad a como dé lugar. Se mueven por el temor y se refugian en el grupo. Evitan salirse de las reglas.
Eneotipo 7: por lo general, son positivos y encantadores. Aparentemente idealistas, siempre le buscan el lado bueno a todo. Su pecado es la gula, en el sentido de ansiar tenerlo todo. Evitan el dolor.
Eneotipo 8: son los justicieros, aquellas personas que siempre están defendiendo lo que piensan. Son valientes y osados. Evitan la debilidad.
Eneotipo 9: son las típicas personas que nunca se enfrentan al mundo. Su juego es ser los pasivos del equipo, pero su pecado es la indolencia, la pereza. Evitan el conflicto.

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